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Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki: tres días que cambiaron el mundo

 

Con el lanzamiento sobre la población civil de las bombas atómicas de Nagasaki e Hiroshima, el mundo bélico cambió para siempre. La detonación de la bomba Little Boy, lanzada por el bombardero Enola Gay, creó una explosión equivalente a 16 kilotones, mientras que la bomba atómica Fat Man, lanzada por el bombardero Bockscar, tenía una potencia de 21 kilotones. Y desde ese 6 de agosto de 1945, las guerras y la relación entre países ya no volverían a ser iguales. Un 7 de mayo de 1945, el general Alfred Jodl, Jefe del Estado Mayor del Alto Mando de las Fuerzas Armadas Alemanas, firmaría en el Cuartel General Supremo de la Fuerza Expedicionaria Aliada, en Reims, Francia, el Acta de Rendición Incondicional de la Alemania Nacionalsocialista ante las fuerzas aliadas. Sin embargo, la rendición de los alemanes no pondría fin a la mayor guerra de la historia de la humanidad, la Segunda Guerra Mundial. La contienda se trasladaría exclusivamente al Pacífico, donde la Segunda Guerra Sino-Japonesa se venía librando desde 1937. 

Segunda Guerra Mundial

Esta comenzaría el 7 de julio de 1937 con la invasión por Japón del noreste de China. Con este acto bélico los nipones darían comienzo a una guerra particular en la que pronto se verían involucradas varias naciones. Es desde este momento que Japón trataría - con éxito- de expandirse por el continente asiático.

La aplastante superioridad militar de los japoneses respecto a sus vecinos pronto dio sus frutos. Las ambiciones japonesas crecieron paulatinamente hasta que, unos años después, continuando con su política bélica expansionista, firmarían con Alemania e Italia el Tratado Tripartito, mediante el cual quedaba alineado con las potencias del eje.

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