El 23 de octubre de 1940 se celebró la llamada «entrevista de Hendaya», en la que Francisco Franco se reunió con Adolf Hitler en presencia de sus ministros de Asuntos Exteriores, Ramón Serrano Suñer y Joachim von Ribbentrop, para tratar la posible entrada de España en la guerra en el bando alemán. Tras ella, Franco cambió la declaración de «neutralidad» por la de «no beligerancia», para mostrar de esta forma el apoyo de España al eje Roma-Berlín. En junio de 1941 se autorizó el reclutamiento de voluntarios para luchar contra el comunismo, dando origen a la División Azul, la cual combatió en el Ejército alemán durante la invasión de la Unión Soviética.
Franco, que había recibido el apoyo británico y estadounidense, lo seguía compensando con las explotaciones mineras británicas, como Riotinto, a la vez que permitía el paso de refugiados judíos o militares (principalmente pilotos) hacia Portugal. La intención era quedar bien con cualquiera que ganara la guerra. Esta posición se apreció especialmente desde que Franco pretendió suavizar la posición de su régimen con las destituciones del ministro germanófilo Ramón Serrano Suñer en 1942, y la repatriación de los voluntarios de la División Azul en 1943, después de la Conferencia de Casablanca.
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